Le compré una pelela a Faustina porque pensé que se acercaba el verano y era tiempo de aprovechar que dejara el pañal. Con adaptador para el inodoro, la posibilidad de transformarse en banquito y stickers para decorarla, se la presenté hace tres semanas como una sorpresa y le dije "es para hacer pis". Pensé que iba a agacharse y sentarse... y que con el calorcito probaríamos si era momento de dejar los pañales.
Pero al rato de curiosear su pelela un poco, dijo "pis!" y le pregunté "¿querés hacer pis?" Me dijo que sí, así que le bajé la ropa y el pañal y la senté en la flamante pelela rosa y verde. "Hacé pis", le dije mientras ya escuchaba el ruidito del líquido cayendo hacia el recipiente. Se levantó cuando terminó, se dio vuelta de inmediato para ver qué había allí dentro. La experiencia era nueva y parecía emocionante. El pis estaba ahí... ahora podía verlo! "Hiciste pis!" le dije y la felicité y levantamos los brazos diciendo "bieeeen", como hacemos siempre que festejamos algo.
La novedad le gustó y pensé que quizás era el momento de intentar ver si controlaba sus esfínteres. Entonces establecí rutinas para hacer pis en la pelela: al levantarse, a media mañana, después de almorzar, luego de la siesta, antes de cenar y de irse a dormir o cada vez que lo pidiera, eso sí: sin forzarla.
Corrí a comprar unos pañales tipo bombachita para facilitar que los pudiéramos bajar con mayor comodidad. Aunque durante la primera semana algunas veces tenía la bombachita mojada, cada vez empezó a ser mayor el número de veces que se mantenía seca hasta que llegaba el momento de la pelela y siempre que la poníamos hacía pis o caca.
Al finalizar la primera semana ya era capaz de retener hasta que la llevaba a la pelela. El logro empezaba a ser efectivo y sostenido y entonces les pedí a sus maestras del Jardín de infantes que nos ayudaran llevándola al baño tambén allí.
La segunda semana el logro ya estaba afianzado: casi ya no se mojaba el pañal y disminuyó la cantidad de pis que hacía durante la noche, como si supiera que tenía que esperar hasta levantarse. Pero llegó un cambio: ya no quería hacer más en la pelela porque en el jardín hacía en el inodoro. Así que abría la puerta del baño y decía "pis!".
Hoy hace tres semanas que controla esfínteres, es decir, es capaz de retener hasta que la llevamos al inodoro. La verdad es que pensé que todavía faltaba para eso pero me sorprendió que alcanzara semejante logro a los dos años y cuatro meses.
Evidentemente Faustina ya estaba preparada para hacerlo porque el control de esfínteres es un proceso madurativo. Sólo tengo que tener constancia con las rutinas y no forzarla si no quiere. Todavía no se puede bajar ni subir la ropa sola, pues pierde estabilidad, pero ya va a lograrlo. El control de esfínteres es un largo y complejo proceso, pero a su tiempo logrará definitivamente ir al baño sola. Mientras tanto, yo todavía no puedo creer que esté tan grande y haga pis en el baño!
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