lunes, 24 de octubre de 2016

Faustina: egresadita del jardín maternal

Faustina venía dando sus pasitos sobre el pequeño escenario y con una gran sonrisa que le festejaba el cuerpo, inestable todavía porque se apuraba, con los ojos achinados de la alegría y los bracitos abiertos para abrazarme. Mientras tanto, mi cuerpo era una hoja que temblaba en un vaivén de emociones y los ojos eran dos estanques de agüita que la miraban venir hacia mí con su remera de "egresadita" del Jardín maternal, tan grande, tan pequeña, tan hermosa, tan ella, mi hija, mi amor, mi cielo, todo.

En la foto, con Faustina recibiendo su remera y diploma
de egresada del Jardín maternal. Fotografía: gentileza Yanina Francisco.
Su ceremonia de egresada de sala violeta fue inolvidable. Todavía mantengo la emoción, desde ese momento, donde mi pulguita movediza recibió su diploma, junto a sus compañeros, por finalizar la sala de dos años y una remera que usarán como distintitvo hasta que termine el ciclo. 

“Un niño es como un ovillo, va desovillándose poco a poco, tomando forma, creciendo, creando. No lo aprietes ni lo sueltes, simplemente, ayúdalo a ser”. Con estas palabras de un poema anónimo, la señorita Daiana inauguró el acto de entrega de diplomas y remeras a los "egresaditos" de la Sala violeta, mientras yo pensaba que para darle forma a un niño con síndrome de Down simplemente hay que tratarlo como persona y que para "ayudarlo a ser" sólo hay que dejar de ver su discapacidad como algo limitante.

El recuerdo de la angustia y la ansiedad de los primeros días se desvanecían después de su primer ciclo de jardín, donde Faustina y yo vivimos un hermoso año de sorpresas, de risas, de nuevas experiencias, de amor, de certezas. La experiencia vivida me decía que mi hija y su jardín cumplían todas mis expectativas y cerraban las puertas que habían habilitado los temores sobre cómo sería su transitar por la vida escolar que recién comenzaba. Ella seguía desplegando su sonrisa a boca abierta y, luego del abrazo de recibir a su mamá, posaba encantada para las fotos, mirando con sus ojitos achinados al público del salón y celebrando con alegría el momento.

Con la ceremonia llegó el final de una etapa y se inició una nueva dimensión en mí: el fin de los ciclos escolares se augura como una nueva experiencia de emociones, de alegrías y tristezas, de expectativas y balances, de recuerdos y vivencias, de metas alcanzadas y nuevos horizontes. Parece que los actos serán un buen momento para alegrarse por su crecimiento y también para derramar las lágrimas de emoción que guardo adentro y que siempre están ahí esperando para salir a rodar por mis mejillas.

Aunque todavía a veces los miedos y las incertidumbres sobrevuelan mis pensamientos, tengo intacta la certeza de que ella hará una buena experiencia de vida e inclusión. Gracias Yanina, mamá de Helena, por las fotos y a todos los papás que me enviaron sus fotos que ya son parte de nuestro albúm del evento!

Felicidades hija! Acabas de egresar del Jardín maternal!

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