lunes, 13 de mayo de 2019

La desorganización de la conducta frente a los cambios

Recientemente con Faustina nos mudamos y tuvimos que adaptarnos a cosas nuevas. Pero a ese cambio tan grande se sumó el comenzar en un jardín de infantes nuevo, compañeros, docentes, espacios nuevos, y tuvimos que transitar una etapa de mucho malestar y desorganización.

Faustina y yo reímos abrazadas.
Es que muchas personas con síndrome de Down o autismo, por ejemplo, necesitan prever las actividades y tener ordenadas las rutinas porque de lo contrario se desorganizan con sus conductas. No sólo los cambios traen esta desorganización. También sucede frente a situaciones de stress, desborde emocional o sensorial o frente a demasiada información que no llegan a procesar.

Si yo valoraba lo bien que se había adaptado mi hija a la nueva casa, cuando a la semana de mudarnos empezó el jardín pudimos sentir cómo le afectaron estos cambios. Es que ya mudarse es un cambio muy sustancial. El hogar es ese lugar seguro, de contención, donde cada uno tiene sus espacios, ya se conocen los modos de funcionamiento y están establecidas las rutinas que organizan tanto a los niños.

Al cambio de casa se le agregó el de jardín y si bien Faustina nunca se resistió a entrar a la nueva institución, sin embargo las consecuencias del cambio fueron muy palpable en otros aspectos. En principio, durante los primeros quince días se hizo pis en la cama cada noche. Además, su conducta se desorganizó y estuvo irritable, con berrinches, enojada y estresada de tanto cambio junto.

No era para menos. No era que no quisiera ir al nuevo jardín o no le gustara la casa, sino que extrañaba lo suyo, lo conocido. De pronto ya no tenía ni su casa, ni su jardín, ni sus amigos, ni nada! "Mami vamos a casita?", me pedía estando en la casa nueva. También varias veces me pidió ir al "otro jardín con sus amigos". "No te gusta el nuevo?", "Sí, pero también quiero ir al otro". Mi vida, mi amor, extrañaba, recordaba. Fue duro verla. Yo sufrí al punto que me pregunté si había tomado la decisión correcta en cambiarla de jardín. Y lloré mucho porque la desorganización de la conducta hizo que fuera difícil desde estar en casa, pasear o estar con otras personas hasta comportarse en el jardín de manera apropiada.

Los desbordes eran constantes, las berrinches insostenibles y yo me sentía agotada y superada por la situación. Pero solo había que esperar y darle tiempo. Ese tiempo necesario que todas las personas necesitamos para procesar lo nuevo. Esto me llevó a escribir esta nota y recordar cosas que debemos tener en cuenta frente a los cambios:

Paciencia
En primer lugar, tener paciencia con los procesos de cambio es fundamental. Todo no puede estar organizado de un día para el otro ni tampoco podemos ver rápidamente los resultados de algo que solo necesita tiempo.

Organización
Volver a establecer rutinas que ayuden a que los chicos se sientan seguros. Esto los ordena y les da tranquilidad. En el jardín, por ejemplo, implementaron el uso de agenda con pictogramas que le ayudan a Fausti a prever las actividades (no te pierdas la próxima nota sobre esto).

Contención
Entender que frente a una conducta desorganizada, una crisis o un berrinche, los chicos necesitan contención, que puedan atravesar las emociones y sentirse comprendidos. Tratar de que expresen lo que les pasa (dibujar, hablar, contar cuentos donde aparezcan situaciones similares, tener tarjetas con imágenes para expresar). 

Y aquí no hay que olvidar que nosotros los adultos también! A mi me ayudaron la psicóloga, el centro de estimulación de Faustina, la escuela especial, la escuela común, mi familia, entre todos fuimos conversando sobre lo que pasaba y acordando herramientas de acción.

Serenidad
Ya sé que es difícil. Pero cuando yo estaba desbordada en medio del caos, Faustina, que es una esponjita con lo que me pasa a mí, también estaba desbordada! Para que ella se organice tuve que organizarme yo. Serenarme frente a las incertidumbres, sentarme con ella y conectarme con sus necesidades o dejar todo y jugar y distraernos hizo que de a poco encontráramos la armonía para que todo funcione mejor. 

Buscar mis propios canales para expresar mi malestar con la situación también fue importante porque una de las cosas que aprendí es que para que Faustina esté bien yo tengo que estar bien.

Tiempo
El tiempo acomoda todo y a veces simplemente hay que dejarlo pasar. Ese tiempo es necesario para procesar los cambios, adaptarnos a lo nuevo, y de a poco conocer a las personas, los espacios, las reglas...
Tiempo al tiempo, dice el refrán. Nada puede apurarse, todo lleva su tiempo y si aprendemos a pilotear las tormentas la calma llegará pronto. Pero la calma no llega si primero no atravesamos la tormenta. En nuestro caso el temporal nos sirvió para aprender mucho, saber más de nosotras y nutrirnos mucho de los que nos ayudaron a transitarlo.

Ahora que pasaron más de dos meses de la mudanza y el cambio de escuela, todo está más organizado y superamos la crisis. Faustina está bien en el jardín y en la casa. Y yo también ya me adapté al cambio y a las nuevas rutinas y voy encontrando otros recursos para mejorar cada día.

Búsqueda de recursos
Si consultamos con las personas y profesionales adecuados, seguramente podrán darnos estrategias y recursos para implementar frenete a la desorganización: en nuestro caso tuve la fortuna de que hubo un trabajo desde la escuela, el centro de estimulación, la psicóloga y la maestra integradora que me ayudó a poner en marcha una serie de estrategias para transitar el momento y ayudar a Faustina a expresar el malestar, aceptar y adaptarse al cambio.

En la próxima nota va un recurso para padres: "Pictogramas para organizar la conducta". Ya está disponible la nota. hacé click en el enlace!

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jueves, 2 de mayo de 2019

Los trastornos sensoriales: hay que estar muy atentos a las necesidades de los más chicos

Anoche hablaba con Faustina de lo que le pasaba con los ruidos. A veces uso un oso grandote de peluche que le habla y con eso logro que le cuente cosas que a mí no quiere responderme. El oso la escucha y también le cuenta situaciones similares que vivió y como las resolvió. A Faustina le encanta conversar con el peluche, al que yo no solo le pongo voz sino también los gestos.
Finalmente pudo expresar que le molestan mucho los ruidos. Le contó al oso que los chicos en la sala gritaban mucho y que a ella le molestaba. "Dónde te molesta?", preguntó el peluche, "en los oídos", y se los tapó.

Faustina baila al ritmo de "Baby shark".

Con esto termino de entender muchas cosas que ya sabía pero no hasta qué punto le provocaban irritabilidad, malestar o crisis. Y es que lo vengo observando. Precisamente, en su cumpleaños estuvo muy irritable y supe que le molestaba que hubiera bullicio en casa y muchas personas a su alrededor (también le molestaba el contacto). El cumpleaños estuvo hermoso, los chicos lo disfrutaron mucho y Fausti también disfrutó de algunas cosas. En algún punto de adapta, se lo banca y se acomoda. En otros no.

Disfrutó de su show de baile y la música y de repartir cupcakes para sus amigos desde un puesto que le armamos para jugar. Pero, por ejemplo en el taller de arte que armé, no le gustó que hubiera una amiga tan cerca suyo. O por ejemplo, las personas que la quieren abrazar o se le acercan desde atrás a darle un beso reciben un gesto de rechazo. Pero lo peor de todo fue el inflable que le alquilé que estaba en otra habitación pero hacía muchísimo ruido y teníamos que apagar seguido.

Le disgustó muchísimo, le dio terror subirse porque perdía demasiada estabilidad (era muy blandito y nada firme) y el ruido que hacía era infernal. La tuve que sacar dos veces llorando y desistió de usarlo.

Cuando va a peloteros, disfruta lo que puede y sube a los inflables pero pide que  algún adulto la sostenga de la mano para saltar. Y suelen ser más firmes y duros que el que le tocó en casa. La ayudamos a trepar y va perdiendo el miedo a la inestabilidad. Aún le falta desarrollo y coordinación motora pero sobre todo tiene como desafío la integración sensorial. Poder conocer y procesar toda la información de este tipo la ayudará a tener mejores conductas con lo que le pasa.

Y eso que el cumple fue tranquilo, sin música alta, ni micrófono, ni animación de esas que excitan a los chicos. De todas formas se mostró alterada. Yo sufro de verla así, porque cuando está conmigo es otra nena y además porque es difícil consolarla, abrazarla o contenerla: no se deja. Recién se calmó cuando se fueron todos y volvimos a la paz de la casa.

Esto me hizo reflexionar otra vez sobre la necesidad de contemplar lo que las personas necesitan. Hace rato me vengo preguntando "los cumpleaños están adaptados y pensados para todos?" Y vengo escribiendo una nota sobre esto con la experiencia de una mamá de un niño con autismo (próximamente la podés leer en este blog). Porque es un gran tema para reflexionar y no dejar escapar.
Yo me di cuenta que, a pesar de sus trastornos sensoriales, a Faustina le encanta ir a los peloteros. Aunque se excita, los disfruta mucho y cuando la actividad que proponen es a todo volumen, ella no participa y se escapa a seguir jugando en los juegos.

Pero es hora de tomar conciencia sobre esto. La verdad es que no hay ninguna necesidad de ofrecerle situaciones cargadas de estímulos sonoros, ruidosos o invasivos que la perturben. Pero uno va aprendiendo sobre la marcha y no hay manera de no equivocarnos. Lo más importante es reconocer la necesidad y estar atentos a que nuestros hijos no padezcan estas situaciones y no los expongamos a ellas. 

Y además hacer saber a otras personas de estos trastornos que modifican las conductas. Porque si los demás tienen está información nunca caerán en el etiquetamiento de que por sus conductas un niño es una persona irritable o que da un empujón si se le vienen encima y eso lo convierte en maleducado, agresivo o malo. Si podemos entender que son los contextos los que ayudan o perturban a los niños, entonces seremos comprensivos y podremos conseguir las herramientas o estrategias que le harán la vida más amigable.



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