Fue un aprendizaje para ambas el hecho de que vaya a estimulación desde que era bebé. Pasamos por distintas etapas que fueron cambiando con su crecimiento. Entramos juntas a las sesiones desde el comienzo, cuando apenas tenía un mes. Nunca supe cuál es el punto justo para intervenir o no en esos momentos. Es difícil saberlo: yo quiero darle el espacio a la estimuladora para que entablen su vínculo pero intervengo rápidamente si mi hija hace pucheros y se larga a llorar desconsoladamente, por ejemplo.
Muchas veces vi sufrir de angustia a los papás al ver a sus hijos llorar en las adaptaciones, cuando era maestra jardinera. Ahora me toca estar del otro lado y, como mamá, ayudar al proceso de adaptación de Faustina a su centro de estimulación. A veces sé que llora porque tiene sueño, porque era el momento de su siesta, porque le da angustia estar ahí con personas que no ve muy seguido. Sin embargo, estoy dispuesta a probar nuevas estrategias para que logre una buena estadía en sus sesiones! Si me aconsejan que lo mejor es que yo ya no esté con ella ahí, me quedaré afuera esperando. Sufriré si la escucho llorar, pero también sabré que la estoy ayudando en su proceso de adaptación.
Parte de su desarrollo emocional tiene que ver con experimentar sentimientos de angustia, así que, aunque me duela mucho verla llorar porque está angustiada es importante saber que tiene que vivirlos y hay que ayudarla a superarlos.
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Hola!! Podes entrar con ella e ir retirándote de a poco. Podes ir con otra persona que las acompañe y en vez de entrar vos que entre esa persona (tia, abu, etc o una persona con la que Faustina se sienta segura). Los peques nos ponen a prueba todo el tiempo, poco a poco ambas encontraran su momento. En mi caso, la primera opción fue la que nos resulto; ya que mi gordita pedia constantemente mi aprobación a cada consigna y/o propuesta por parte de los terapeutas. La recompensa: ir a buscar a mama o hacer que mama pase ante algún logro significativo en la sesión. Mucha suerteeeee!!!
ResponderEliminarEs raro lo que nos pasa a las madres. Mi martín también empezó la estimulación de tempranito y no comprendía por qué la estimuladora me decía que era un santo, porque no se queja y parece disfrutarlo sin temor. Es muy confiado... y eso a mi me angustia, me da miedo que se dé con cualquiera, o sea, que se exponga a peligros, porque hasta ahora se toma super bien que yo salga a trabajar, que lo deje en lo de la abuela, a la gente nueva... es super sociable y si alguien no le cae bien lo noto porque no le da bola, es como si esa persona no existiera simplemente... De todos modos creo que tiene que ver con el padre, con él nos hemos repartido el trabajo equitativamente y el hecho de que Martín no amamantó nos sirvió para que el padre también lo alimentara y creara también un vínculo interesante con él... con un año y tres meses Martín sabe que con el papá juega a lo loco y con mamá la cosa es más tranquila... y elige... es increíble y es muy auch! cuando Martín ¡no me da bola! y prefiere jugar con papá... Pero también es cierto que tuve que hacer un esfuerzo interno para "compartir" dejar espacio a papá porque los dos somos igualmente padres... y ahora veo que el gordo es más independiente.., bueno, eso... gracias por compartirnos tu experiencia...
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