jueves, 12 de abril de 2018

El comportamiento: llegó el verdadero desafío

Los chicos aprenden, cada uno a su ritmo, y van vivenciando sus propias experiencias. Como papás o mamás vamos acompañando ese crecimiento y también vamos aprendiendo. Cada día descubrimos algo nuevo, nos deleitamos con ocurrencias de nuestros niños y vivimos la cotidianeidad de la crianza.

Pero ser padres es un reto mucho mayor. Formar, acompañar, guiar, educar, mostrar el mundo a muestros hijos y maravillarnos de que lo van descubriendo nos trae también temores, dudas, errores y culpas que se nos presentan cada día. En el fondo, cada uno hace lo mejor que puede pero todos nos preguntamos si estaremos haciendo bien o mal a partir de las decisiones que tomamos o con alguna actitud.

El año pasado como mamá se me presentó el reto más grande que haya sentido hasta ahora con Faustina: su conducta. Y empecé a preocuparme porque vi que se estaba transformando en algo que podía ir más allá de un berrinche, una etapa de rebeldía o algo propio de la edad. Las negativas constantes de su parte, su temperamento fuerte, su pretensión de dominio y su irritabilidad me preocuparon lo suficiente para ocuparme en enfocar mis energías en ayudarla a manejar sus emociones y frustración.

Tuve la suerte de hablar con muchos papás y me sentí contenida y reflejada en situaciones que ellos también vivían. Pero entendí que si el desafío de Faustina es aprender a construir sus vínculos desde un lugar más flexible, el mío era modificar actitudes y aprender a acompañarla desde otro lugar. Algo como mamá estaba fallando. Entender que las conductas de los chicos son respuestas al entorno y producto de lo aprendido es fundamental. Pero saber que como padres somos responsables de ayudar a nuestros hijos a convivir con los otros también lo es.

Las conductas son modificables. Si cambia el entorno, cambian las conductas. Y los papás debemos aprender a dar los mensajes y mostrar los comportamientos que sean coherentes con lo que pretendemos para nuestros hijos. Si Faustina me gana por cansancio y cedo a todo lo que me pide, sus requerimientos son satisfechos y volverá a recurrir a las mismas conductas porque sabe que con ello obtiene lo que quiere.

Los gritos, retos y el enojo que nos sobrevienen cuando ya llegamos a un punto donde la gota rebalsó el vaso no sirven para nada: no son buenos ni para los chicos ni para los padres, al contrario, nos perjudican tanto en lo emocional como en lo vincular y afectan todo nuestro comportamiento.

Por eso decidí buscar ayuda. Faustina tiene un temperamento fuerte y pretende imponerse en todo momento. Pero qué debo hacer yo como mamá para desestructurar el comportamiento que se rebela inflexible. A todo decía "No" y la verdad fue agotador porque se me acababan las herramientas y la paciencia.

Además, en el jardín comenzó a tirar del pelo, morder o pellizcar a sus compañeros. Entonces, ¿cómo ayudarla a modular su conducta, manejar sus impulsos y respetar y la voluntad de los otros niños, por ejemplo? Ella debe comprender que todo no puede ser como ella quiere y debe aprender a aceptar la frustración. Y yo aprendí que soy parte de cómo se comporta y corregí lo que creía que hacía mal. La autocrítica como papás debería ser un buen primer paso para cambiar cosas en función de las necesidades de nuestros hijos y una buena convivencia familiar. Porque no podemos hechar culpas ni responsabilidades hacia afuera si primero no vemos en el interior de nuestra relación más estrecha con nuestros hijos. 

Así que empecé una terapia para ver estas cosas y poner un poco de claridad al asunto. También hablé mucho con otros papás y con profesionales que me fueron ayudando a entender la dinámica de la conducta. Ya algunas cosas fui modificando y van funcionando, pero lo más importante es darse cuenta y poner manos a la obra para descubrir qué cambios tenemos que hacer si creemos que algo no está funcionando.

La próxima les voy contando sobre cómo aprendí a poner límites positivos y cómo repercutió esto en Faustina. Porque espero que también pueda ser útil para ustedes. Sin duda alguna, todos los niños son diferentes pero muchas veces a los papás nos pasan cosas parecidas y creo que es bueno compartirlas!

7 tips para poner límites positivos!

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