jueves, 9 de abril de 2015

No soy una supermamá: aprendiendo a poner prioridades

Aprender a poner prioridades cuando nos convertimos en padres es algo fundamental si no queremos vernos sobrepasados de responsabilidades, demandas y actividades. Las mamás que estamos solas muchas veces nos vemos sobrecargadas de tareas que debemos cumplir simplemente porque no hay nadie más que las haga. No somos mamá y papá a la vez por la sencilla razón de que somos mamás y el rol de papás no lo podemos cumplir como tal. Sin embargo, en algún sentido es como si fuéramos superhéroes que pretendemos abarcar todo y hacernos cargo de todo, aún de lo que no podemos o podríamos delegar.

Siempre tuve "síndrome de superhéroe" (o superheroína!) y mi personalidad me llevó a tratar de superarlo todo, a ocuparme y preocuparme por los demás, a afrontar todo con una independencia absurda que se envalentona al ritmo de una gran voz interna que siempre me dice que todo lo puedo. Pero la maternidad me va enseñando que es necesario aprender a tener piroridades y que no todo es prioritario como suelo pensar.

A pesar de que debo hacer muchas cosas sola con Faustina, estoy aprendiendo que la ayuda de otras personas es importante para nosotras. Un simple ejemplo basta para explicar hasta qué punto uno a veces se sobrecarga con cosas que podría delegar: cuando dejo a Faustina con la persona que la cuida, antes de salir de mi casa para ir a trabajar, a hacer trámites o cualquier otra cosa, dejo la comida hecha para mi hija, todo preparado y organizado de manera tal que la persona que la ciuda no tenga que preocuparse por ello. ¿Por qué lo hago? ¿Acaso creo que nadie va a poder preparale su comida como lo hago yo? Si sé que esa persona va a prepararlo super bien, ¿por qué quiero dejar todo organizado? ¿Por qué lo hago si me aliviaría no tener que hacerlo sabiendo que lo puede hacer otro? La respuesta es siempre la misma: es mi papel de superhéroe que me persigue de cerca y me hace creer que todo lo puedo.

Pero estoy aprendiendo. Y mucho. Ahora se acerca el festejo por el primer año de Faustina y ya me estoy dejando ayudar por los amigos y la familia que de a poco se van organizando para colaborar con el festejo. También estoy aprendiendo a que no todo es prioritario. A veces creemos que no puede faltar tal o cual cosa cuando en realidad no son algo esencial para tenerlo como la meta del día.

¿Por qué soy así? Creo que porque me gusta ser así. Sin embargo eso me trae un estres y un agotamiento terribles. Ahora, con Faustina en mi vida, pienso que ya no me sirve ser así y me propongo cambiar algunas cosas (por ejemplo no sé pedir ayuda), sobre todo porque ella me motiva a que debo convertirme en su mejor ejemplo. Si yo no sé pedir ayuda probablemente le transmita lo mismo a ella y no logre pedir lo que necesita ni aprenda que la colaboración con otras personas nos enriquece siempre.

Así que como veo que no soy una supermamá, ahora me permito equivocarme, dejar de hacer lo que no puedo, no cargarme con cosas que no hacen falta que las haga, distraerme más y exigirme menos. El desafío es conmigo misma! Espero lograrlo. Por el bien de las dos. La maternidad me hace replantear muchas cosas y ya me hizo ver que el traje de superhéroe es sólo para las historietas!

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