martes, 14 de abril de 2015

Todavía no puedo creer que eras así de chiquitita!

Todavía no puedo creer que eras así de chiquitita! Parecías un pompóm. Te enroscabas toda en mi pecho y ponías tu cabecita en el hueco de mi cuello. Te quedabas dormida con tu nariz aplastada y yo apoyaba mi nariz para oler el aroma de tu piel. Nos entendimos desde el primer momento. Nunca pasamos el caos que todos dicen que se viven los primeros días con un bebé. Todo fue armonía, amor, pura química entre las dos.

Hasta los tres meses dormías tanto que fui preocupada al médico a consultarlo. No era nada: sólo necesitabas dormir. A los 29 días, empezaste estimulación temprana por tu síndrome de Down, aunque la mejor estimulación empieza por casa.

A los dos meses, dijiste tu primer "ajó" mirándome a la cara y lo decías tan clarito y tantas veces que no lo podíamos creer. También empezaste a conversar en tu idioma. A los dos meses y medio, me regalaste tu primer sonrisa. Más tarde llegaron las carcajadas y la bocota bien abierta para reir hasta en silencio. A esa edad, también comenzaste a llevarte la mano a la boca.

A los tres, ya habías perfeccionado la maniobra con las manos y te succionabas el dedo pulgar con muchas ganas! Descubriste cómo chuparte el labio inferior y jugabas con la boca. También empezaste a tocar los juguetes que colgaban del gimnasio. Te llamaban mucho la atención las caras de las personas: le mirabas los ojos y la boca muy atentamente. Boca abajo, levantabas muy bien la cabeza y también hacías fuerza con el abdomen para sentarte.

A los cuatro meses cambiaste mucho! Parecías una nena más grande. Coordinabas mejor tus manos. Te gustaba succionarte el dedo gordo y toda la mano derecha. Descubriste otras formas de jugar con los labios y de hacer ruiditos con la boca. Cuando balbuceabas, te concentrabas para hablar y ya tratabas de mover la boca de distintas formas para decir otras cosas. Estabas aprendiendo a rolar y movías con mucha fuerza el cuerpo. Cuando tomabas la leche, apoyabas tus manos en la mamadera y si no, las ponías en mis manos y las acariciabas.

Hasta después de los cinco meses no te gustaba que te bañara, pero sí te gustaba (y te gusta) remolonear en la cama cuando te despertás. A los cinco meses, empezaste con tu primeras comidas y desde ese día para vos comer es un placer!

A los seis meses, todavía no te veía tan grande como ahora. Empezaste a sentarte haciendo trípode con las manitos, y a gritarle y hablarle a los juguetes. Después de eso, todo fue muy rápido. Aprendiste tantas cosas en pocos meses que a veces creo que esta etapa del ser humano es la más asombrosa.

A los siete meses y medio, podías sentarte sin caerte todo el tiempo. Agarrabas juguetes, los levantabas, los sacudías y no perdías el equilibrio. También te gustaba saltar arriba mío y pararte. Te tomabas de mis manos y te parabas con la fuerza de todo el cuerpo: piernas, abdomen, bracitos, manos. Te encantaba! Tenías que verte la cara de felicidad cuando sentías que te parabas sobre tus piernas, que flexionabas para sentarte y volverte a parar como un juego que te hacía reir mucho. También pasaste del balbuceo al tatata!

Cuando faltaba una semana para cumplir los ocho meses, empezaste a hacer gestos para decir la letra p. El esfuerzo era impresionante. Escupías todo: comida, saliva, agua, pero te concentrabas y hacía mucha fuerza hasta que te salía. Decías: appppppuuuu, apppppuuuu. Y cuando decías la p, apretabas la boquita con fuerza. A esta edad ya sí se puede decir que te sentabas sola porque lo hacías por más tiempo. Si te dábamos golpecios en la boca, hacías ahhhh. Te descubriste los pies y, para esa altura, revoleabas con ganas los juguetes.

A los nueve meses, hiciste un cambio enorme. Tu actitud parecía de "chica grande". Movías el cuerpo de una manera increíble. A los nueves meses y medio aprendiste a agarrar dos objetos, uno en cada mano, y a chocarlos entre sí. Y para esa altura ya apaludías para la felicidad de todos los que te rodeamos.

 A los diez meses empezaste a pasear en tu cochecito. Vas muy entusiasmada, mirando todo. También comenzaste a ir a la plaza, al vivero, al puesto de diarios y revistas, a pasear al aire libre.

Ahora tenés once meses, y a pesar de que estás enferma y decaída, seguís aprendiendo cosas nuevas. Ayer te quedaste parada solita apoyada contra la pared. No te movés de ahí hasta que no te doy la manito. Mantenés muy bien el equilibrio y hasta fuiste capaz de agarrar una planta que había en la maceta, sacudirla y desarmarla toda con tus manos, sin caerte. Sola, sí. Parada sola.

Cuando naciste y recibí la noticia de que tenías síndrome de Down sentí tanta incertidumbre! Y ahora que casi pasó un año no puedo creer todo lo que hacés, todo lo que sos, todo lo que me hacés sentir. Aplaudir, dar besos, mover las manitos y saludar, saltar a upa, pararte con fuerza, tocar todo lo que tenés cerca, sentarte, moverte para buscar un juguete, conversar en tu idioma, revolcarte en la cama y moverte solo porque sos inquieta, tocarme la nariz y la cara, dar pasitos con ayuda, volver a saltar encima mío, meter la manito en el plato de comida, escuchar con atención una canción, quejarte porque querés ya la comida, sonreirle a las personas o agarrarte como garrapata a mí cuando alguien quiere alzarte. Me llenás la vida. Me cambiaste todo. Gracias por tu amor.


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