Cuando nació Faustina y me di cuenta que tenía síndrome de Down armé y desarmé muchos pensamientos en mi cabeza. Uno de ellos tenía que ver con su futuro y las posibilidades que tendría de insertarse en el mundo del trabajo haciendo lo que a ella le gustara.
Faustina rie en un bar. |
A los 15 días me llamó una pofesional para felicitarme y preguntarme cómo estaba. Hablamos un rato y me alentó a seguir construyendo el vínculo con mi hija desde esa mirada positiva que yo tenía. Pero me repitió muchas veces una frase que muestra un poco la concepción que las personas tienen sobre lo que son capaces de hacer o no quienes tienen síndrome de Down.
"Tu hija puede ser cocinera. Muchos hacen la carrera de chef", me dijo. Me encantaría que lo sea, sin embargo quizás no sea lo que Faustina quiera. Pero ella volvía al ejemplo: "hoy pueden trabajar (refiriéndose a las personas con este síndrome) y por ejemplo pueden estudiar cocina y ser ayudantes de chef... o... (pensaba otra posibilidad)... o... chef, puede ser chef!", insistía. No pudo pensar en otra alternativa!
Otra vez me hicieron una entrevista para la radio y el conductor contó que había viajado a Canadá y allí le había llamado la atención que era común ver a las personas con síndrome de Down trabajar en cafeterías y estaciones de servicios. "Ellos pueden hacerlo, por qué aquí casi los no vemos atendiendo?, se preguntó.
Las personas con síndrome de Down son tan distintas como cualquier otra. Desarrollan habilidades para el trabajo y también tienen sus dificultades, pero no sólo pueden trabajar atendiendo bares o cocinando. Aunque eso no está nada mal y son muy dignos estos empleos, es muy interesante pensar porqué en el imaginario social existen ciertos estereotipos respecto del empleo para personas con discapacidad intelectual.
Pareciera que solo le estarían reservadas tareas de atención, limpieza o cocina. Pero la realidad es que las personas con este síndrome solo necesitan la oportunidad de trabajar en cualquier puesto. Pueden desempeñarse en un abanico de tareas tan grande como para cualquier otra persona. Algunos necesitarán adaptaciones, otros apoyos, otros ayuda para planificar o consignas claras para seguirlas. Todos necesitarán aprender de qué se trata el trabajo, como cualquier persona, y ser valorados por lo que pueden hacer.
En el mundo empiezan a conocerse casos de personas que hacen carreras universitarias, estudian y trabajan como maestras jardineras, fotógrafos, actores, técnicos en agronomía, modelos, profesores de artes o danzas, comunicadores, administrativos, disertantes, escritores, fisioterapeutas, una politóloga, entre otras profesiones, y hay quienes llevan adelante emprendimientos propios, empresas gastronómicas, de diseño, de servicios, de productos...
Como cualquier persona, quienes tienen este síndrome solo necesitan una oportunidad para desempeñarse en el ámbito laboral, de acuerdo a su perfil, sus habilidades y capacidades. El derecho al empleo digno y en las mismas condiciones que otras personas todavía es un reto para todos. Tomar conciencia de que el síndrome no es una limitante y pueden aprender, ser orientados y capacitarse para el trabajo es un gran desafío. Todos deben ser parte y comprometerse a romper estos estereotipos y dar las oportunidades y las herramientas que necesitan: familias, estado, comunidad, empresarios e instituciones de educación y formación.
Mi hija puede ser chef pero también puede realizarse en cualquier otra profesión que sea de su interés!
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