Cuando
nace un bebé con síndrome de Down, una de las primeras recomendaciones de los
neonatólogos es la estimulación temprana que se realiza en los centros
preparados con especialistas. A los quince días de nacer Faustina, yo ya estaba
buscando un centro de estimulación porque sabía de la importancia de comenzar
desde pequeños. Pero aunque la estimulación temprana ofrezca experiencias
sistematizadas que resultan fundamentales para el desarrollo de los chicos, sin
lugar a dudas, la primera estimulación empieza por casa!
Faustina y Fausto disfrutan de sus juegos y mimos. |
Desde que nos ponemos en contacto con nuestro hijo se establece un vínculo estimulante para cualquier bebé. Mimarlo, hablarle, cantarle, abrazarlo, alimentarlo, besarlo, jugar, cambiarle los pañales o acunarlo para hacerlo dormir son una fuente de estímulo permanente.
Una de las cosas que más disfruta Faustina, que acaba de cumplir siete meses, es que la haga saltar en mis brazos o que le lleve sus propias manitos a la panza! Eso la hace reír a carcajadas. El secreto está en hacerlo repetidas veces. También le gustan mucho las canciones que le invento o las que recuerdo de cuando era maestra jardinera. Puede quedarse un buen rato muy atenta, mirándome y escuchandome.
Además, como a todos los chicos, le encantan los juguetes o cualquier objeto que le llame la atención, mirar los gestos que hago, chapotear en el agua, tirarnos en la cama para abrazarnos y hacer nariz con nariz, y jugar a “choque los cinco” (sí, sí… me pone las dos manitos de frente para empujar con las mías!).
Laura Patiño, mamá de Fausto, cuenta que desde que su bebé nació no para de hacerle mimos. “Una de las cosas que hago y disfruto mucho es tomarle la mano y que toque mi cara, que vaya reconociendo cada parte, los ojos, la nariz, la boca, los cachetes. Hoy, apenas lo alzan, lo primero que hace es poner sus manos en la cara y empezar a acariciarte con sus manitos. ¡Es hermoso!”, asegura.
Fausto
tiene ocho meses y es muy atento, así que su mamá se conecta cantándole y
haciéndole ruidos con la boca: “¡le encanta! Jugamos cuando lo baño, nos
miramos en el espejo, nos tiramos en el suelo y nos hacemos cosquillas. Jamás
puse un horario para estimularlo, a medida que pasan los días te das cuenta que
la estimulación, sobre todo en un bebé recién nacido, pasa por darles amor”,
cuenta Laura.
La mamá de Fausto resume muy bien lo que necesita cualquier bebé: en el caso del síndrome de Down, “obviamente al principio uno tiene miedos, pero después te das cuenta que lo que ellos necesitan en esta etapa es lo mismo que cualquier otro bebe, amor, mimos, risas, juegos, besos, muchos, muchos besos!”
El amor, el contacto físico, la atención, los mimos, la comunicación, la forma en que establezcas el vínculo con tu bebé tienen un impacto directo en su crecimiento y favorecen su desarrollo emocional, físico y mental.
Recordá siempre que cada niño tiene su propio tiempo y ritmo de desarrollo. Nunca compares a tu hijo con otros chicos. Valorá sus logros y con ello fortalecerás la confianza en sí mismo.
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